A simple vista pareciera que Colombia es lugar atractivo para que las empresas extranjeras lleguen a invertir, la tasa de cambio nos indica que los salarios del país en comparación con los demás salarios de América Latina son bajos. El PIB per cápita nominal asciende a apenas unos 6600 dólares, lo cual equivale a aproximadamente unos 24 millones de pesos anuales. Sin embargo el salario mínimo, de hecho está muy por debajo de eso. Un colombiano que gana el salario mínimo legal devenga aproximadamente unos 14 millones de pesos al año, mucho menos que el PIB per cápita.
Entonces, con unos salarios tan competitivos ¿Por qué las empresas no ven a Colombia como un sitio atractivo para invertir?
El diario colombiano Portafolio publicó este jueves 12 de noviembre la noticia de la caída de Colombia en el índice de talento mundial. El índice de talento mundial ITM indica que Colombia ocupa ahora el puesto número 58 a nivel internacional en cuanto a competitividad laboral, descendiendo cuatro puestos respecto al año anterior.
La calificación que obtuvo el país en esta ocasión fue de 42.452 puntos muy lejos de los 100.000 unidades que indican la máxima puntuación, obtenida por Suiza, y también de los 91.781 de Dinamarca, país que ocupa el segundo lugar. El informe evalúo a 63 países. Y es que para ser una nación competitiva no se necesita necesariamente que los salarios sean bajos, sino que la fuerza laboral esté preparada adecuadamente para los desafíos contemporáneos.
De acuerdo al informe del índice de talento mundial, una economía puede evaluar su competitividad según su capacidad para desarrollar talento propio y atraer talento internacional para las industrias nacionales. Sin embargo hay otros factores.
Un factor crucial a la hora de medir la competitividad nacional es la inversión que el país realiza en investigación y desarrollo, esta puede ser impulsada por actores públicos y privados con financiación a la investigación científica y el desarrollo de nuevos productos y conocimientos, un segundo factor es la capacidad para retener el talento nacional, evitando la migración o fuga de cerebros, y un tercer elemento es la preparación: las habilidades y talentos disponibles en el país, es decir la formación que tienen los profesionales en su respectiva área de conocimiento y en competencias tecnológicas que les permitan ser relevantes en el contexto actual.
De acuerdo al índice de talento mundial: “El descenso [en la competitividad] de Colombia se debe principalmente a un mayor pesimismo de los ejecutivos en temas como la priorización de atraer y retener talento, la motivación de los trabajadores y la calidad de vida”.
En el caso de la preparación, todos los indicadores que capturan la disponibilidad de habilidades en Colombia caen en diferentes grados; por ejemplo, la disponibilidad de mano de obra calificada (puesto 46) y de habilidades financieras (49). Las medidas de la eficacia del sistema educativo también disminuyen o se estancan; por ejemplo, la efectividad de la educación primaria y secundaria del IMD WORLD TALENT RANKING 2020 disminuye al puesto 51 y los graduados en ciencias al 34, mientras que el indicador de qué tan bien la educación gerencial satisface las demandas de la economía permanece en el 50.
Es decir no existe un ambiente propicio para que los talentos y habilidades de los profesionales se desarrollen.
Dentro de los aspectos que propician esta situación podríamos encontrar el bajo compromiso de las autoridades gubernamentales con la preparación profesional de su fuerza productiva. Se estima por ejemplo que cerca del 50% de los inscritos en alguna carrera de una universidad pública terminan desertando debido a carencias que son de fácil solución, como por ejemplo con un subsidio de alimentación o de arrendamiento a los estudiantes universitarios, quienes frecuentemente encuentran que la falta de recursos es el principal obstáculo al momento de terminar su carrera profesional.
Otros factores que incluyen el débil compromiso del estado y las entidades privadas con la competitividad es la muy baja inversión en ciencia y tecnología. El país invierte aproximadamente el 0.2% del PIB en Investigación y desarrollo, mientras que países como Suiza y Dinamarca, los que se encuentran en el puesto más alto en competitividad también, invierten el 3% o más de su PIB en investigación y desarrollo.
El reporte de competitividad de este año ha destacado cómo la apertura comercial, el desarrollo sostenible, el conocimiento y la apertura de las sociedades están transformando la producción, el consumo, el entretenimiento y mucho factores más a nivel mundial. Uno podría detenerse a pensar ¿Cuáles han sido los grandes hitos de Colombia en materia de innovación científica de los últimos años? Y guiándonos por lo que vemos en los medios de comunicación la realidad es que resulta difícil encontrar desarrollos, que aunque los hay y son dignos de mención, que hayan llegado a los mercados de forma masiva, todo esto por la falta de apoyo gubernamental y de las empresas nacionales. Es aquí, donde el papel de las empresas y el estado en investigación y desarrollo tiene que ser mucho más decidido para que el país pueda avanzar de manera real en su competitividad.
Para conocer el informe completo puede hacer clic en este enlace.